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TRATE DE DORMIR, SEÑOR PRESIDENTE

Aunque siente que desde fuera todo va a explotar, trate de mantener la calma, respire, está muy agitado, acuérdese de su frase, "quién dijo miedo" . El tiempo se ha ido tan rápido y las cosas no han salido como lo pensaba. Su cara ya no disimula, ni el cansancio, ni la preocupación.

Ha estado tan desvelado, que las pastillas que le dio el doctor, no lograron frenar el impulso de escribir arrebatadamente en sus redes sociales. Era media noche y de pronto escuchamos ese grito, que parecía desgarrar su garganta, ' a mi nadie me va sacar, nadie me va llevar preso". Ya su honerosa cama, con almohadas especiales para todo tipo de molestia, menos los cargos de consciencia, no parecen ayudar mucho. Recuerdo ese dia que llegó su cama a la casa, dijo que era exclusiva, que relajaba y jamás dañaría su espalda.

Creyó comprar sueños y comodidades, a costo del insomnio permanente de sus gobernados. Y ahora está allí, prisionero en su gran habitación, esa donde los aromas a rosas y flores éxoticas, son constantes todo el día. Pero eso ya parece no importarle, tampoco ser de gran ayuda. Sus gritos parecen salir de una película de terror y su gente de confianza no ayuda mucho, todos los días dicen una estupidez que parecen competir "buitrezcamente" para un campeonato. Ya sus cuentas no encajan, tan inciertas como que 7 x 4 son 14. Suda y suda, mientras llama a uno y a otro, ya quebró muchos vasos y un par de sus lujosos celulares.

En la casa todos están a punto de colapsar, algunos preocupados también, pues ya se ven en la corte de Estados Unidos, contando todo lo que falta de oir. Y un día de estos que se agotó el wisky y que le dijimos que ya no había, sus retinas parecieron reventar; no sé cómo pudo pasar, si esta es la casa de la bonanza, donde todo parece sacado de un cuento de hadas, donde los cristales de las lámparas reflejan los rostros satisfechos de los visitantes, que vienen a oir sus órdenes, aunque sean maltratos, pero disfruntando sus inagotables lujos.

Ya apagamos todo, porque dijo que no quería oir noticias, menos a sus sirvientes, a los que les paga, de los que muchas veces se ríe, porque los considera "muertos de hambre",.
Ya nadie quiere entrar a su habitación, tenemos miedo, su sudor es asfixiante, su forma de vernos hace que nuestras piernas tiemblen. Ese olor en su cuarto, esa sensación de hielo e impotencia es escalofriante. Usted, allí, en esa esquina, a media luz, repitiéndose que todo va estar bien, que Tony se jodió, pero no lo joderá a usted.

Ya ni ella, la doña, puede hablarle, pues usted la manda a callar, le grita, ahi se lleva como alma en pena por los rincones de la casa, seguro también está preocupada. Nos dice a todos que no hablemos, nuestros celulares están en silencio, caminamos de puntillas, hablamos muy poco, y todo se hace casi a señas Su voz, a veces es difusa, quebrada e histérica, creo que el wisky y las pastillas no son tan buenas… Y seguro, hoy no dormirá, mañana estará en esa esquina, pero por favor, no vaya a hacer una locura, porque no sería justo, pues para que la muerte huela a placer, la agonía debe ser eterna.

Trate de cerrar los ojos, piense que nada ha pasado, que mañana no oirá esas voces de la calle, celebrando que él, no volverá. Esta noche, cruel para usted, parece redimir las eternas desgracias de los caretos y chuñas, que a usted no le han importado. Afuera bailan, queman pólvora, gritan, no le diré lo que gritan porque ya se ha de imaginar… Cierre sus ojos, tome su wisky, que el hielo duerma su lengua y que el dios baco embriague a morfeo, cierre sus ojos, que pronto verá a Geoffrey Berman, en lo más real de sus pesadillas.

Atte. La criada

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