Proteína Spike, el talón de Aquiles de la vacuna contra el COVID afirma María Elena Botazzi
La doctora María Elena Botazzi, decana asociada de la Escuela Nacional de Medicina Tropical y codirectora del Centro de Desarrollo de Vacunas del Texas Children’s Hospital en el Baylor College of Medicine de Houston, Texas, resaltó hoy el papel que juega la proteína spike en el desarrollo de vacunas contra esta enfermedad, en la conferencia “Vacunas COVID-19. Asegurando éxito para el acceso global”,
Según lo expuesto en el marco del primer simposio virtual y jornada científica 2021organizada por la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), aunque el Sars-CoV-2 es una cepa nueva, el estudio de los coronavirus para desarrollar vacunas tiene más de una década y la proteína spike es el talón de Aquiles para la producción.
“El hecho de que ya conocíamos varios coronavirus, incluyendo dos que causaron brotes y epidemias, sabíamos que la proteína spike se puede acoplar al receptor humano; ese es el talón de Aquiles”, dijo.
Con base en dicho principio, la científica hondureña explicó que el concepto de desarrollo de todas las vacunas es el mismo, pues si la respuesta inmunológica del cuerpo para neutralizar esa proteína es favorable, cuando alguien se infecte esos anticuerpos podrán bloquear el virus y evitar que se acople con el receptor.
“Al bloquear esa función pasan dos cosas: la mayoría de las partículas del virus no van a lograr entrar a nuestras células, que es donde se duplican y causan la severidad de la enfermedad, y si uno ya tiene la memoria para poder identificar esta proteína reacciona más rápido”, detalló.
Tipos de vacunas
La reconocida vacunóloga, con más de dos décadas de experiencia en el desarrollo de modelos innovadores, explicó que en las vacunas que utilizan tecnología basada en ARN, a partir del código genético de la proteína spike, el ADN se convierte en ARN y este al ser introducido al organismo se convierte en una proteína; el cuerpo es la maquinaria de producción.
Otra forma de producción, dijo, es tomar el virus y manipularlo en el laboratorio, ya sea atenuándolo o inactivándolo, para remover su capacidad patogénica y presentárselo de nuevo al cuerpo humano que ya lo reconoce. Respecto a esta, Botazzi explicó que como el virus ya está atenuado, la respuesta inmunológica no es específica contra la proteína spike, sino contra todos los componentes de la partícula.
A las anteriores se suman los conceptos de reemplazar la partícula del virus con otro no patogénico para los humanos; estos adenovirus se modifican para que sirvan como un vehículo para introducir el vector capaz de producir el código de la proteína spike.
Adicionalmente están las vacunas tradicionales, utilizadas para prevenir enfermedades, como la hepatitis B y el PapilomaVirus, entre otras, que consisten en la combinación de proteínas producidas en el laboratorio, combinadas con inmunoestimulantes para producir una respuesta más específica.
Vacunación mundial
En la actualidad hay 42 vacunas contra la COVID-19 en fase uno, 32 en fase dos y 22 en fase tres; debido a la situación de pandemia, las entidades reguladoras alrededor del mundo han autorizado de emergencia, un número similar fue aprobado para el uso experimental controlado y cuatro abandonadas.
En Honduras existe autorización de uso de emergencia por parte de ARSA para las vacunas de Moderna, AstraZeneca/SK Bioscience Co. Ltd, AstraZeneca/Serum Institute of India Covishield y Sputnik V. El primer lote que llegó al país para la inmunización del personal de salud fue de 5,000 dosis de Moderna donadas por el gobierno de Israel y esta semana se recibieron 45,000 de AstraZeneca, en el marco del mecanismo COVAX.
Aunque su efectividad se mide en función del porcentaje en que reducen la infección sintomática severa y de prevención de hospitalizaciones, ingresos a las unidades de cuidados intensivos y muertes, en ninguna se ha determinado la capacidad de reducir la infección asintomática y la diseminación del virus; además se necesita cobertura de vacunación de al menos dos tercios de la población elegible de un país para frenar los contagios.
Los efectos adversos más frecuentes observados en una de cada 10 personas inmunizadas son sensibilidad, dolor, calor o picazón en el área de la inyección, malestar general, fatiga, escalofríos o sensación de fiebre, dolor de cabeza, náuseas, dolor en las articulaciones o muscular, los cuales pueden ser contrarrestados con medicamentos que contengan paracetamol.
Otros elementos a tener en cuenta es que aún se desconoce la durabilidad de la inmunidad, seguridad y eficacia en niños menores de 16 años y en adultos mayores e impacto de protección contra variantes.